Euskal Herria

El presidente del Gobierno central, José Luis Rodríguez Zapatero, respondió ayer en el Congreso a una pregunta del diputado del PNV Josu Erkoreka sobre el uso del término Euskal Herria en el currículo educativo vasco "no es el problema". Formuló la pregunta porque en enero de este año el Gobierno de la nación requirió al departamento de Educación del Gobierno vasco para que corrigiese determinados aspectos del currículo educativo, entre ellos algunas referencias al término Euskal Herria.

Zapatero señalo que el suso del término Euskal herria "no es el problema" y que es consciente de su significado social y cultural, pero añadió que su Gobierno quiere evitar una posible confusión en ese mismo currículo "en cuanto a cuál es el marco institucional y político vigente de los ciudadanos vascos. No negamos Euskal Herria como tal, pero debemos tener la seguridad de que el currículo no introduce confusión".

Erkoreka señaló que etimológicamente Euskal Herria significa "el pueblo o el país del euskera". No le falta razón, pero Zapatero recordó acertadamente que el Estatuto vasco se refiere a Euskal Herria como "un sustrato sociológico y cultural del que nace la Comunidad Autónoma de Euskadi, no como una noción de carácter territorial-administrativo".

Creo que la respuesta de Zapatero es absolutamente medida, reflexionada y acertada. Dice bien el Presidente, y coinciden con el diputado jeltzale, que el término "Euskal Herria" tiene un origen y referencias no territoriales, sino de sustrato cultural vasco o vascón entre aquellas zonas de Euskadi, Navarra y el País Vasco Francés. Toda Navarra, en mayor o menor medida, es permeable a éste sustrato, en su variante cultural, tradicional y, en menor medida, lingüistico.

El uso del término Euskal Herria (rechazado, no olvidemos, por el fundador del PNV Sabino Arana por no aspirar a la configuración del Estado vasco) no debiera generar tanta controversia. Pero la genera, por la identificación que hace el nacionalismo vasco, especialmente, y algunas facciones del nacionalismo antivasco, por otro lado, del mismo en términos de territorialidad. Los mensajes explícitos e implícitos que, no solo desde el ámbito político, sino también desde el cultural o mediático identifican a Euskal herria (y el euskera) con una única identidad territorial y nacional vasca incompatible con otras identidades (como es el caso del que suscribe) no son sino piedras en el camino hacia la normalización del uso de éstos términos.

Mientras el nacionallismo vasco no asuma que la inmensa mayoría de Navarra (el "uslter vasco", como lo definió, impotente, Manuel Irujo), políticamente, no quiere sumergirse en una configuración institucional diferente a la vigente y que, frente a ésta realidad, intente patrimonializar el sustrato cultural vasco con su ideal, no será posible ésta normalización. Lo mismo puede decirse del nacionalismo antivasco, cuya única razón de ser es la advertencia tremendista, irracional e irresponsable hacia ésta actitud del nacionalismo vasco.

Somos muchos los navarros que, sin hablarlo y sin tener complejo por ello, amamos el euskera, nos reconocemos en expresiones culturales vasconas (como en otras de origen no vascón, por otro lado) y que queremos compartir experiencias, tradiciones y convivencias con nuestros vecinos (de nuestros cuatro puntos cardinales). Pero simpre desde el respeto, la inteligencia y la tolerancia.