
Y aquí, amigos, esta uno de los debe del que escribe. No porque haya recibido una mala educación: al contrario, perfecta en materia ortográfica, de la escuela pública of course. Sino porque, en (demasiadas) ocasiones me tomo ciertas licencias ortográficas sin pretenderlo, producto de la precipitación y cierta ansiedad.
Es por ello que me comprometo a cumplir los compromisos que derivan de dicho compromiso: escibir pausadamente, o al menos, repasar lo escrito para no ofender la inteligencia visual de mis sufridos visitantes y lectores.
No es desde luego una apuesta por la defensa del castellano en términos ofensivos, como se pretende desde la caverna política y zascandil (como si nuestro español estuviera en peligro...) sino un pequeño homenaje a una de mis mayores riquezas personales y del conjunto de la humanidad: la lengua castellana como instrumento histórico cultural de comunicación, diálogo y entendimiento.
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