lunes, 15 de septiembre de 2008

Se acabó lo que se daba ¿fin del neoliberalismo?

La quiebra de banco de inversiones Lehman Brothers, la compra por parte del Bank of America de Merrill Lynch, Lloyds confirma la compra de HBOS, la inyección econ´mica (digamos que nacionalización) de la aseguradora AIG por parte del Gobierno de los EEUU, y la más que probable venta de Morgan Stanley son los últimos episodios de ésta "semana total" de lo que se denomina la crisis de los subprime, iniciada hace apenas un año y que ha truncado de golpe y contundemente a las economías de todo el mundo y a reducido a escombros los bancos de inversión independientes.

En el origen de la crisis, coinciden los analistas, sigue siendo el mismo: los más de 900.000 millones de créditos subprime concedidos a personas no solventes que se han empaquetado y vendido a inversores institucionales, desde bancos hasta fondos de pensiones, fruto de una política de (falta de) control financiero irresponsable, basado en la desregulación y la falta de control de los activos financieros impulsadas por la Admisnitración republicana de George Bush.

Una política que, en materia de regulación y control, no se ha seguido en Europa pero que, pese a ello, no distingue de espacio regulados y la crisis es global, afectando de lleno tal y como se ha visto hasta ahora en los mercados europeos. La economía británica, las más directamente relacionada con la norteamericana (en cuestiones de inversión financiera mucho más que con Europa) también esta sufriendo la situación.

¿Y ahora? Tras una década de constante aumento del apalancamiento (activos superiores al capital) como fuente de beneficios, los eventos de los últimos meses han mostrado que el riesgo inherente en esa estrategia era demasiado alto. El error de cálculo en estos casos fue la hipótesis de que los precios de la vivienda estadounidense continuarían aumentando, aunque fuera a un ritmo menor. La posibilidad de una deflación inmobiliaria no entraba en los cálculos. Cuando se ha hecho realidad, el enorme peso de la deuda de estas entidades se hizo insoportable, y han ido cayendo una tras otra.

La incertidumbre es tremenda. En las últimas décadas el crecimiento de la deuda en el mundo desarrollado ha sido tal que representa dos o tres veces el valor del PIB. Y la lección más clara de los eventos de los últimos 12 meses es que el exceso de endeudamiento se paga muy caro. Las crisis económicas, como las enfermedades, son todas diferentes, pero al final tienen siempre un rasgo común: los más vulnerables caen primero. Y, en economía, la deuda te hace vulnerable, sobre todo ante los cambios de humor de los prestamistas.

Los más destacable de los últimos días ha sido la puesta en marcha de la que podría llamarse "teoría marxista neoliberal", por la cual todos los pro gestores del neocapotalismo salvaje han huído del barco, siendo el Estado, ya sea través de la inyección del dinero en el mercado o de las nacionalizaciones, las que asuman el saneamiento de la situación, es decir, "socializando las pe´rdidas , cuando ha fianlziado la privatización de las ganacias". No hay más que ver la sorprendentes declaraciones del patrón de patrones de España.

Un nuevo orden económico se impone. De nada serviría que, tras la intervenciones públicas (que, a grandes rasgos, me parece acertada de cara a evitar el hundmiento total del sistema y la extensión de la tragedia a millones de personas) y el saneamiento de las empresas, el mercado actuara de la misma forma, sin control de provisión de fondos y de garantías de las deudas. No es cuestión de no reprivatizar las empresas intervenidas. Estas han de volver al sector privado porque, creo yo, el papel del Estado, por definición, no es ser empresario aunque sí agente activo de la economía, regulando el libera mercadp de cara a evitar y controlar los abusos, a imagen y semejanza de cómo actua el Banco de España con la banaca española, y por extensión, con toda la europea.

Estamos en crisis, a todos nos afectará de una u otra manrea. Es momento de la serenidad, análisis realistas y decisiones inteligentes con visión a largo plazo. Y en ello, la socialdemocracia se erige como la base fundamental.

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