lunes, 21 de julio de 2008

Crisis...pero no de confianza en el Gobierno

En el entorno de los RRHH (que es el que conozco) y la gestión empresarial se define a las crisis y momentos de dificultades no como un problema sino como un momento de oportunidades y mejora.

Es la palabra de moda y de preocupación. Quizás, el Gobierno de Zapatero no haya estado acertado en el manejo de los tiempos de comunicación social de la verdadera dimensión de la misma. No es una cuestión electoral, sino de prudencia política la que ha impulsado al Gobierno a ser menos categórico con ciertas expresiones. No obstante, por debajo, el Gobienro de España, con el liderazgo de ZP y la coordinación de Solbes en esta trabajando para tajar la misma.
No es que nos pille de sorpresa. Sabemos que la crisis se basa en el desplome de la demanda de vivienda, derivado del progresivo aumento de los tipos de interés (y, por lo tanto,del indice de referencia de los créditos y las hipotecas) y de la reducción de la capacidad de ahorro de las familias. En España, es un sobrecalentamiento ya advertido por el Gobierno y nada tiene que ver con el "terremoto finaciero" que ha supuesto el hundimiento de las hipotecas "subprime" en los EEUU, consecuancia directa del peor de los neoliberalismos.
La crisis es mundial aunque las características de la misma son difrentes si hablamos de EEUU y su area de influencia (latinoamérica y Asia, especialmente) y la Unión Europea. Y en España también. Ayer también conocimos que el Irlanda, que había estado creciendo en los últimos quinces años a un ritmo del 5-6% anual, se ha estancado. Igualmente, Alemania se ha estancado también.

Ante ello, hay que confiar en la diligencia y capacidad de los órganos gestores de la Unión Euopea (Banco Central, Comisariado de la Unión y Consejo de Ministros de Economía), para articular medidas que convinen la racionalidad econ´mica y financiera (especialmente, control del gasto público y de los niveles de consumo) con el equilibrio social. No tendría sentido que seamos el conjunto de la sociedad (y especialmente el sector empresarial productivo, el de mayor porcentaje de reinversión de los beneficios) los que saquemos "las castañas del fuego" a los que se han beneficiado del "boom económico" mediante la especulación.
En este contexto, a raiz del concurso de acreedores de Martinsa-Fadesa (hundida por una irresponsables y arriesgada política de inversiones), coincido con Pedro Solbes y Miguel Ángel Fernández Ordoñez (Gobernador del Banco de España) al no considerar oportuno la intervención del ICO. No son casos de sismología social como eran Banesto o Rumasa, sino le hundimiento de un mal ejemplo de empresa basada en uno de los cánceres sociales: la cultura de la especulación. Triste sería ver a los trabajadores del grupo en supuestas difcultades, pero esperemos que la intervención que supone el concurso de acreedores inponga medidas de contención del gasto y de garantía de los trabajadores y los inversores en vivienda de primera necesidad.
Tal y como informa "El Páis" hoy, precisamente, el Banco de España se encarga de evaluar y vigilar la situación del mercado para evitar ese tipo de crisis sistémicas, que tiene en la evolución de la morosidad y las necesidades de financiación los verdaderos peligros. Un aumento de los créditos morosos por encima de lo esperado provocaría una crisis en la que no habría más remedio que intervenir desde los organismos estatales.

Según las fuentes consultadas, no se detectan problemas. Afortunadamente, el Banco de España ha aplicado políticas restrictivas anticíclicas que han hecho que tengamos niveles de solvencia y provisiones muy elevados, nos da un margen alto de movilidad, incluso en un escenario que se pueda complicar. Con la información disponible y el escenario previsto no tiene por qué tener un efecto sobre el sistema financiero.

Evidentemente, depende de cuánto dure la crisis y de que la morosidad se dispare a niveles insoportables. Por otro lado, hay que ver cuáles son los efectos de segunda vuelta, es decir, que los problemas de empleo y de empresas minen luego a las entidades financieras.
No obstante, ahora más que nunca es precisa una combinación de tranquilidad, certeza y determinación, huyendo del catastrofismo al igual que de la autoomplacencia del "ya escampará". Todos hemos de arrimar el brazo pero en la medida inversa a los beneficios generados durante el periodo del "boom económico".

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