En los recuerdos de la primera juventud estan las tardes de julio pegado al TV en la hora de la siesta viendo a Miguel Induráin y sus etapas legendarias frente Rominger, Chiapucci, Ugrumov o Bugno, en el Tourmalet o contrarrelojes como la estratosférica de Luxemburgo. Eran lo que se llamaban "julios sin siesta" en los que millones de españoles "sacrificábamos" la misma para disfrutar con nuestro ídolo deportivo villavés.
Pues bien, ayer volví a sentir algo parecido al ver la etapa del Tour en la que Alberto Contador se enfundó el maillot amarillo, asestando un golpe de autoridad pàra hacerse con la carrera. Una victoria más gramde, si cabe, al hacerlo frente el heptacampeón Lance Armstrong Tras años de dificultad por los casos de dopaje, el Tour recupera el brillo, nunca perdido del todo, de un deporte como el ciclismo (durísimo, a mi parecer), que engancha a los aficionados por su épica basada en el esfuerzo y la inteligencia. Con Induráin vimos como con un físico que contradecía la lógica, la fortaleza física y la inteligencia táctica nos direon tardes de gloria. Contador es otra cosa, otro tipo de ciclista, que nos hace recordar, en físico y forma de corre, al gran Perico Delgado. Campeones, ambos, de todos modos.
Alberto Contador, vencedor del Tour de 2007, y de la Vuelta y el Giro del 2008 (no pudo participar en el Tour por descalificación de su equipo) es, de nuevo, un referente...pues disfrutemos de ello.
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