Seat planteó la disyuntiva a sus 13.000 trabajadores hace meses: o se congelaban los salarios dos años, lo que les abriría la puerta a poder fabricar el nuevo Audi Q3 en la fábrica de Martorell, o Volkswagen no les adjudicaría la fabricación del modelo, con lo que caería el trabajo y sobrarían 1.500 empleos. Con los sindicatos divididos, la plantilla dirimió la madrugada de ayer la cuestión en las urnas y aceptó, con un 65% de los votos, la propuesta de UGT de mantener sus sueldos este año más una subida de la mitad de la inflación en 2010. Todo ello en un contexto de crisis general del sector de la automoción en el que Seat ha logrado cerrar 2008 con un beneficio neto de 44,4 millones de euros, gracias al ingreso de los dividendos de las participadas del grupo, pero en el que el resultado operativo de la firma ha sido de 141 millones de euros de pérdidas, frente a los 44 millones de beneficio de 2007, según la contabilidad española.
Pero el presidente de Seat, Eric Schmitt, lejos de considerar superado el gran escollo para que la planta catalana se adjudique el Q3, enfrió ayer los ánimos en la presentación de resultados de la firma: al afirmar que la consulta de ayer no dice nada de dos años sin aumentos (de sueldo). Todo ello en un contexto en el consejo del grupo alemán casi se triplicó el sueldo el año pasado, de 16,4 a 45,3 millones y preguntado sobre si los directivos de Seat también congelarán sus sueldos, Schmitt respondió sin un compromiso claro: "Una parte de la remuneración va ligada al éxito, y como no se ha obtenido, no habrá".
Sin duda, la propuesta aprobada por la plantilla de SEAT, a iniciativa de UGT y frente a la postura del resto de fuerzas sindicales (CCOO y CGT) ejemplifica el compromiso de la plantilla con al empresa y con el futuro de sus empleos. Una medida extraordinaria y difícil que, me consta, no es ni sencilla de plantear ni, mucho menos, sencilla de prosperar en el contexto de un referéndum. Porque, en definitiva, los trabajadores de SEAT se han congelado en la práctica el salario durante dos años, vistas las previsiones de IPC, incluso, para el 2010.
Confío en que la ración fría de realismo del Presidente de SEAT sea una posición en el escenario de la negociación, y que finalmente (estoy seguro) se valore en su justa medida la apuesta de los trabajadores de SEAT por un proyecto sólido y viable en términos de rentabilidad económica y social. No estaría de más, igualmente, que los directivos del grupo se ejemplificaran en sus trabajadores con medidas similares en sus aspecto retributivos: incluso más drásticos en su caso dado su nivel salarial a efectos cuantitativos, ya que, como bien de dice, el líder crea lideres con su ejemplo y autoridad.
La postura de la plantilla se SEAT, a propuesta del sindicato mayoritario del Comité de Empresa, pone en valor la necesidad imprescindible de un sistema de relaciones laborales trabajador-empresa que sea maduro, y supere la dicotomía tradicional entre ambos “estamentos” convirtiendo un presunto antagonismo de intereses en una confluencia de esfuerzos en pro del proyecto común del que, no olvidemos, todos forman parte. Y en este aspecto, ni el Comité puede pedir imposible (y no lo ha hecho, más bien al contrario) ni la dirección de la empresa puede pretender hacer una apuesta estratégica sobre los esfuerzos exclusivos de los trabajadores. Se trata, en definitiva, de saber a ciencia cierta que la cuerda de le negociación es flexible y no irrompible.
Pero el presidente de Seat, Eric Schmitt, lejos de considerar superado el gran escollo para que la planta catalana se adjudique el Q3, enfrió ayer los ánimos en la presentación de resultados de la firma: al afirmar que la consulta de ayer no dice nada de dos años sin aumentos (de sueldo). Todo ello en un contexto en el consejo del grupo alemán casi se triplicó el sueldo el año pasado, de 16,4 a 45,3 millones y preguntado sobre si los directivos de Seat también congelarán sus sueldos, Schmitt respondió sin un compromiso claro: "Una parte de la remuneración va ligada al éxito, y como no se ha obtenido, no habrá".
Sin duda, la propuesta aprobada por la plantilla de SEAT, a iniciativa de UGT y frente a la postura del resto de fuerzas sindicales (CCOO y CGT) ejemplifica el compromiso de la plantilla con al empresa y con el futuro de sus empleos. Una medida extraordinaria y difícil que, me consta, no es ni sencilla de plantear ni, mucho menos, sencilla de prosperar en el contexto de un referéndum. Porque, en definitiva, los trabajadores de SEAT se han congelado en la práctica el salario durante dos años, vistas las previsiones de IPC, incluso, para el 2010.
Confío en que la ración fría de realismo del Presidente de SEAT sea una posición en el escenario de la negociación, y que finalmente (estoy seguro) se valore en su justa medida la apuesta de los trabajadores de SEAT por un proyecto sólido y viable en términos de rentabilidad económica y social. No estaría de más, igualmente, que los directivos del grupo se ejemplificaran en sus trabajadores con medidas similares en sus aspecto retributivos: incluso más drásticos en su caso dado su nivel salarial a efectos cuantitativos, ya que, como bien de dice, el líder crea lideres con su ejemplo y autoridad.
La postura de la plantilla se SEAT, a propuesta del sindicato mayoritario del Comité de Empresa, pone en valor la necesidad imprescindible de un sistema de relaciones laborales trabajador-empresa que sea maduro, y supere la dicotomía tradicional entre ambos “estamentos” convirtiendo un presunto antagonismo de intereses en una confluencia de esfuerzos en pro del proyecto común del que, no olvidemos, todos forman parte. Y en este aspecto, ni el Comité puede pedir imposible (y no lo ha hecho, más bien al contrario) ni la dirección de la empresa puede pretender hacer una apuesta estratégica sobre los esfuerzos exclusivos de los trabajadores. Se trata, en definitiva, de saber a ciencia cierta que la cuerda de le negociación es flexible y no irrompible.
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